Siempre en lo desconocido
habitan los miedos propios
y adictiva como el opio,
visceral como el vagido,
al ritmo de los latidos
la curiosidad se incrusta
y se transforma en la fusta
que instiga nuestras pisadas
que se alejan de las radas
entrando en mi Yo que asusta.
27 enero 2009
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